Cultivar la Empatía en la Infancia: Las Semillas del cuidado y la comprensión
La empatía es una habilidad que se desarrolla a lo largo de toda la vida pero es la infancia cuando comienzan a formarse sus raíces, y como padres y miembros de nuestra sociedad tenemos la responsabilidad de formar personas sensibles ante los problemas de los demás.
Índice
- Fomentando la empatía a través de la lectura
- Algunos de los beneficios de fomentar la empatía en la infancia
- Cómo cultivar junto a nuestros pequeños el desarrollo de la empatía
- Qué NO es empatía y debemos evitar
- Etapas del desarrollo de la empatía
Fomentando la Empatía a través de la Lectura
La literatura es una magnífica aliada para ayudar a los niños a comprender las emociones y desarrollar la empatía. La narración de cuentos ayuda a los niños a procesar y dar sentido a los acontecimientos de sus vidas. Discutir historias que involucran a personajes que afrontan desafíos emocionales y resuelven conflictos de manera empática les ofrecerá ejemplos concretos de empatía en acción. Los libros también ofrecen la oportunidad de explorar diferentes culturas, épocas históricas, realidades sociales y problemas globales, ampliando así su horizonte y enriqueciendo su comprensión del mundo.
Podemos apoyarnos en los libros para mostrarles nuevos conceptos e ideas y ayudarlos a practicar sus habilidades. Podemos hablar sobre las las distintas realidades y emociones de sus personajes, qué les lleva a sentir una determinada emoción y qué nos hace pensar así. Cómo han actuado y cómo actuarían ellos si estuvieran en una situación parecida.
Beneficios de acompañar y cultivar la empatía desde la infancia
La empatía es una capacidad esencial en las interacciones humanas, que nos permite comprender y compartir las emociones y perspectivas de otras personas. Qué niños y niñas reciban un acompañamiento activo en el desarrollo de la empatía, será fundamental y contribuira de manera muy positiva en númerosos aspectos del conjunto de su desarrollo socio-emocional, contribuyendo con ello a crear una sociedad más justa y respetuosa:
- Mejora sus relaciones interpersonales: La empatía fortalece los vínculos de la niña o el niño con las personas de su entorno, generando confianza, respeto y comprensión mutua. Contribuye a la resolución de conflictos de manera más efectiva y fomenta una comunicación abierta y constructiva.
- Implica la adquisición de habilidades de comunicación: La empatía implica escuchar activamente y comprender las necesidades y preocupaciones de los demás. Al fomentar esta habilidad, los niños y niñas aprenden a comunicarse de manera efectiva, mostrando interés genuino y respeto hacia el prójimo.
- Juega un papel crucial en la prevención y abordaje del bullying: Siendo capaces de ponerse en el lugar del agredido y conscientes de sus emociones, también lo son del impacto negativo que sus acciones pudieran provocar en los demás, desarrollando un sentido de responsabilidad y respeto que les hace significativamente menos propensos a agredir y más propensos a mostrar solidaridad e impedir que otros lo hagan.
- Promueve la tolerancia, la diversidad y la inclusión: Mediante el cultivo de la empatía evitamos o desmontamos estereotipos y prejuicios, permitiendo que el niño o la niña aprecie y valore las diferencias individuales, reconociendo así la importancia de la diversidad.
- Promueve la compasión, el cuidado y su propia felicidad: La empatía sienta las bases para el desarrollo de la compasión, el altruismo y el cuidado hacia los demás. Los niños y niñas que cultivan la empatía son más conscientes del bienestar de los demás y por lo tanto tienden a ofrecer su ayuda a aquellos que lo necesitan. Estas experiencias producen en ellos una sensación de satisfacción y conexión social que repercute en su propia felicidad.
Cómo acompañar a nuestros pequeños en el desarrollo de la empatía
Aprendizaje a través del ejemplo
Una de las formas más efectivas para transmitir la empatía a nuestros hijos e hijas es responderles con empatía. Cuando nuestros hijos e hijas se acostumbran a recibir respuestas de calidez y empatía, lo integran como la norma. Cuando lo ven en acción, lo sienten y lo experimentan de primera mano, pueden comprenderlo mejor y luego ofrecérselo a los demás.
Comunicar nuestras propias emociones, mostrar empatía en nuestras interacciones y compartir con ellos nuestro modo de entender y responder a las emociones de los demás será un aprendizaje natural que servirá como base para desarrollarla en toda su extensión.
Reconocimiento de las emociones propias
Para reconocer emociones es necesario adquirir un lenguaje que las identifique. Hacer de ellas un tema habitual en nuestras conversaciones nos ayudará a nombrarlas e identificarlas, convirtiéndose así en una parte más de nuestra cultura familiar. Una forma de aprender a identificarlas puede ser haciendo reflejo de las emociones de nuestros hijos e hijas; “veo que te sientes frustrada, esperabas poder jugar con tu amiga esta tarde” También podemos tratar de relacionar esas emociones con las sensaciones fisicas que producen en nuestros cuerpos “noto mucha tensión en tu mano, ¿tienes miedo?”. Para reconocer y comprender las emociones de los demás es fundamental reconocer y comprender las propias.
Identificar señales no verbales
La empatía no se limita a las palabras. Las señales no verbales y el lenguaje corporal desempeñan un papel fundamental en la expresión y la percepción de las emociones. Al prestar atención a estas señales y utilizarlas de manera consciente, podemos fortalecer nuestra capacidad para comprender y conectar emocionalmente con los demás.
Los juegos de contacto, como las cosquillas, las luchas, juegos de confianza, etc. suponen un contexto muy favorable para entender y responder adecuadamente a las necesidades y los límites de otros compañeros de juego. Además de la expresión verbal, la expresión corporal debe ser siempre tenida en cuenta. No es imprescindible que alguien diga “para”. El tono de voz, la posición del cuerpo, o determinados gestos faciales nos indican comodidad, incomodidad, interés, aceptación, disfrute, dolor, miedo, angustia, enfado, etc. que nos alertan de que hay que parar para tomar conciencia de estas señales y reconducir el juego si es necesario. Durante los primeros años, los juegos de contacto físico tienen un papel muy importante en el desarrollo de la empatía y la prevención de abusos, ya que permiten transitar distintos roles, practicar el establecimiento de límites, la expresión de emociones propias, identificación de señales verbales y no verbales etc. Los juegos necesitan ser acompañados activamente por un adulto para evitar abusos y agresiones. Si deseas leer más sobre (enlace juegos de contacto) pincha en el enlace.
Resolución de conflictos basada en la empatía
Guiándoles en la resolución de conflictos basada en la empatía, estaremos dotándoles de herramientas que permitirán a niños y niñas comprender las necesidades de todos los involucrados en un conflicto. Podemos invitarles a expresar cómo se sienten ellos, incluso, como creen que se sienten los demás con el mismo hecho o situación concreta. De este modo ejercitarán su capacidad para ponerse en el lugar del otro y proponer soluciones. Entre todos los involucrados buscarán aquellas que más satisfagan a todas las partes.
Comunicación no violenta y escucha activa
Los niños y niñas necesitan ser escuchados con atención genuina cuando se comunican con nosotros. Necesitan conectar con sus referentes que valoramos lo que piensan y lo que sienten, con aceptación y sin juicios. Para ello será necesario prestar atención a diferentes aspectos:
- Validación de sus emociones: Independientemente de cómo las gestionen, su intensidad, tipo de emoción, o comportamiento. Todas las emociones son válidas y deben ser expresadas y aceptadas por uno mismo y por los demás. Trataremos de evitar frases como “no tiene sentido que te enfades por eso” “tampoco es para ponerte a llorar”, “no tengas miedo que no pasa nada”
- Evitar juzgar a los demás: En su lugar podemos describir el comportamiento de manera objetiva, expresando como éste nos afecta, sin responsabilizar ni culpar a otros. “El conductor ha tocado el claxon y yo me he enfadado mucho y me he agobiado”
- Identificar necesidades propias y comunicarlas de una forma respetuosa, mostrando cómo formular peticiones claras y positivas vinculadas a ellas.
- Establecer límites sobre el trato respetuoso a sí mismos y a los demás.
Qué NO es empatía y debemos evitar
Poner las necesidades de otras personas por delante de las suyas propias
Es importante identificar las necesidades del niño o la niña y cubrirlas siempre que sea posible, al mismo tiempo que trabajamos con ellos los límites y el autocuidado. Tomar consciencia sobre la importancia de atender en primer lugar sus propias necesidades.
Hacerles responsables de los estados regulatorios de otras personas.
Hacerles responsables de nuestras emociones.
Comentarios como “me estás enfadando” o “me estás poniendo triste” pueden ser muy negativos. Cada individuo es responsable de sus estados de ánimo, y es necesario ser consciente de ello para poder autorregularnos, además, podría convertirse rápidamente en culpabilidad. Podemos ayudarles a comprender las consecuencias de sus actos sin necesidad de responsabilizarles de los estados de ánimo y regulación ajenos. Nadie es capaz de sentir empatía cuando se siente culpable, lo más que podrían hacer, sería pensar en sí mismos y en lo mal que se sienten, todo lo contrario, a lo que perseguimos.
Tratar de evitar que sientan una emoción
En ocasiones, cuando estamos muy conectados emocionalmente con nuestros hijos e hijas, podemos sentirnos abrumados por sus intensas emociones, sentir el deseo de protegerles y evitarles esa emoción desagradable. Si nos sucede esto debemos poner nuestro propio límite para reponernos o ceder el acompañamiento a otra persona, pero no desviarla o tratar de modificarla, ya que una evitación continuada podría repercutir en una incorrecta regulación emocional del niño o la niña.
Absorber las emociones de los demás
Algunos niños pueden mostrar una empatía en exceso, hasta el punto que su estado emocional se puede ver afectado con excesiva facilidad, intensidad y frecuencia por las emociones de los demás. Si observamos que a nuestro hijo o hija le sucede esto, conviene que actuemos, facilitándole y acompañándole para que ejercite prácticas de autocuidado, ayudándole a poner límites emocionales y a diferenciar sus emociones de las ajenas y/ o pidiendo ayuda a un profesional si lo vemos conveniente.
Etapas del desarrollo de la empatía
Si bien la empatía es muy importante, no siempre resulta fácil para los más pequeños. La empatía requiere de imaginación y toma de perspectiva. Para los niños pequeños inherentemente egocéntricos, esto puede ser extremadamente difícil, pero a medida que crecen, practicar la empatía se vuelve más sencillo.
Como para cualquier otra habilidad, su adquisición varía de un individuo a otro; cada persona tiene su ritmo y éste está influenciado por numerosos factores, como el propio desarrollo individual en otras áreas: físico, cognitivo, del lenguaje… Además, como decíamos, la empatía es una habilidad que podemos continuar desarrollando durante toda la vida, a medida que adquirimos más experiencias y perspectivas.
Conocer las etapas del desarrollo puede ayudarnos a orientarnos y tener unas expectativas realistas sobre lo que se puede esperar de nuestros hijos en cada edad, a no frustrarnos cuando nuestros hijos e hijas no respondan a las emociones de los demás como desearíamos, pero nunca para encasillar su desarrollo en estas franjas aproximadas y muy generalizadas.
Etapa temprana (0-2 años):
Durante esta etapa, los bebés comienzan a mostrar signos incipientes de empatía. Pueden imitar las expresiones faciales de los demás y responder a las emociones de las personas que los rodean. A medida que desarrollan la capacidad de reconocer las emociones básicas, comienzan a mostrar sensibilidad hacia los estados emocionales de los demás.
Es fundamental que los bebés sientan conexión emocional y empatía por parte de sus cuidadores, ser atendidos y consolados cuando lo necesitan. Para desarrollar la empatía, antes debemos haberla sentido en nosotros mismos.
Etapa de la infancia temprana (3-6 años):
En esta etapa, los niños comienzan a comprender las emociones de los demás de manera más sofisticada. Pueden mostrar solidaridad y cuidado hacia los demás, especialmente hacia sus compañeros de juego y amigos. Sin embargo, su empatía todavía puede ser egocéntrica, centrándose principalmente en sus propias experiencias emocionales. Durante esta etapa nuestro acompañamiento será muy intenso y los ejercicios que hemos visto anteriormente formarán parte de nuestro día a día.
Etapa de la infancia intermedia (7-12 años):
Desarrollan una comprensión más compleja de las emociones y la empatía. Comienzan a reconocer las perspectivas y sentimientos de otros, y pueden mostrar mayor empatía hacia las personas que están pasando por dificultades. Aprenden a considerar diferentes puntos de vista y pueden ser más sensibles a las necesidades emocionales de los demás. Seguiremos acompañándolos y escuchándolos, promoviendo la compasión, el cuidado, el respeto, la resolución empática de conflictos…
Adolescencia (13-18 años):
Durante la adolescencia, los jóvenes continúan desarrollando su empatía a medida que amplían su comprensión de las emociones humanas y las complejidades sociales. Pueden mostrar una mayor empatía hacia los grupos marginados y desarrollar una mayor conciencia de la justicia social. Sin embargo, también pueden experimentar desafíos emocionales propios, lo que puede afectar a su capacidad para expresar empatía en ciertos momentos. Será importante mantener una comunicación abierta y seguir escuchándolos activamente.