La literatura: el tesoro que acompaña y transforma desde el Inicio de la vida
Leer a nuestras criaturas es una práctica que va mucho más allá de la mera transmisión de información. Leer con ellas desde edades tempranas aporta numerosos beneficios:
Fortalece el vínculo y la regulación emocional
Crear una rutina de lectura proporciona seguridad y garantiza tiempos compartidos de calidad. Durante estos momentos, estamos completamente disponibles para nuestro bebé, lo que genera contacto físico y una comunicación afectiva. Incluso cuando los bebés aún no comprenden el significado de las palabras, el simple hecho de escuchar nuestra voz se convierte en un elemento profundamente reconfortante. Las vibraciones que se producen al hablar, presentes desde antes de su nacimiento, en el útero, generan en ellos una gran sensación de conexión, seguridad y bienestar.
Relaja o reduce el estrés
La lectura puede ser una actividad muy relajante tanto para cuidadores como para bebés, ya que ayuda a establecer un ambiente tranquilo. Un tono suave y pausado marca un ritmo que se transmite al bebé con facilidad. En situaciones estresantes o desconocidas, como una visita al pediatra o la llegada de amigos, una pequeña lectura puede ayudar a que el bebé recupere la calma. Además, incorporar la lectura como parte de la rutina antes de dormir facilita la relajación y acompaña al bebé en su transición al sueño.
Contribuye a la estimulación sensorial
La lectura en voz alta, con diferentes tonos y patrones de voz, combinada con los estímulos sensoriales que incorporan los libros para bebés, como texturas, contrastes, colores y formas, contribuye al desarrollo sensorial. Esta práctica estimula todos los sentidos del bebé y enriquece su experiencia de exploración, permitiéndole familiarizarse de manera integral con su entorno.
La lectura con bebés como precursora del juego simbólico y el pensamiento abstracto
La lectura compartida expone al bebé a un vocabulario rico y le ayuda a comprender la estructura del lenguaje. Esta experiencia fomenta la asociación entre palabras e imágenes, factores fundamentales para la adquisición y desarrollo del pensamiento abstracto. Además, el contacto temprano con la literatura prepara al bebé para el juego simbólico, una actividad esencial en su desarrollo cognitivo y creativo.
En definitiva la lectura desde la primera infancia es un acto que va más allá de lo educativo; es un gesto de amor, presencia y acompañamiento. Este sencillo pero poderoso hábito contribuye al bienestar emocional, fomenta la relajación, estimula los sentidos y sienta las bases para futuros procesos cognitivos complejos. Leer con nuestras criaturas no solo fortalece el vínculo y la confianza, sino que también abre la puerta a un mundo de descubrimiento y aprendizaje que perdurará a lo largo de su vida. La literatura es, sin duda, un tesoro que acompaña, nutre y transforma desde antes de nacer.