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Reseñas

04/03/2025

Bajo el asfalto, la flor

"Bajo el asfalto, la flor", es un álbum de gran sensibilidad en el que Mónica Rodríguez y Rocío Araya nos invitan a descubrir la memoria oculta bajo la ciudad y a recordar el paisaje que un día fue.
Bajo el asfalto, la flor

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Un libro que se siente en las manos

La experiencia sensorial de Bajo el asfalto, la flor comienza desde el primer contacto. La cubierta ligeramente aterciopelada anticipa la delicadeza de su interior, como si el propio libro guardara la memoria de lo que contiene. Es un detalle sutil, que refuerza la atmósfera poética de la historia y nos invita a acercarnos con calma, a leer no sólo con los ojos, sino con todos los sentidos.

Bajo el asfalto, la memoria

Hubo una vez un valle. Y en ese valle, un bosque, un río y una flor. "Bajo el asfalto, la flor" es un álbum ilustrado que nos invita a mirar lo que oculta el cemento, a escuchar la historia que duerme bajo nuestras calles y a preguntarnos qué quedó sepultado cuando la ciudad se impuso sobre la naturaleza.

A través de los ojos de León, un niño que viaja con su familia de vendedores ambulantes, descubrimos un tiempo en el que el cielo parecía no tener límites y los caminos se extendían sin final. En su breve estancia en el valle, encuentra una flor y, con ella, un refugio para su infancia errante. Pero el viaje continúa, y el paisaje que una vez fue verde se cubre de asfalto, dejando tras de sí apenas un rastro de lo que fue.

Mónica RodríguezRocío Araya: una sensibilidad compartida

El texto de Mónica Rodríguez nos sumerge en una prosa poética que evoca con precisión el paso del tiempo, la pérdida y la resistencia de los recuerdos. Sus palabras fluyen como el río que un día existió en aquel valle, creando un relato en el que la belleza convive con la dureza de la vida nómada.

Con una estructura envolvente, su narración nos invita a ver lo invisible, a preguntarnos y a recuperar la historia oculta en los espacios que habitamos. La voz de Mónica describe y sugiere, dejando espacio para la emoción y la reflexión.

 León descubre una flor y es testigo del cambio, un símbolo de la infancia en movimiento, de aquellos que crecen sin raíces fijas, llevando consigo los recuerdos de los lugares y las personas que dejan atrás. 

Las ilustraciones de Rocío Araya trascienden la representación visual para convertirse en una extensión de la historia. Sus imágenes ilustran y también narran con su propio lenguaje: el de la textura, el color y la composición.

La mezcla de pintura, lápiz, collage y trazos gestuales refuerza la atmósfera de la historia. Los tonos verdes, amarillos, anaranjados y azules envuelven el valle de una calidez casi tangible, mientras que la ciudad se impone con tonos grises y blancos fríos, reflejando la ausencia de lo que fue. En cada página, el color actúa como un narrador más, transmitiendo emociones y silencios.

Las imágenes de Araya no buscan la exactitud, sino la emoción. León se funde con el paisaje, los reflejos en el agua cuentan historias invisibles y la flor que asoma se convierte en símbolo de lo que persiste. Su reflejo en el río no está sólo: Camila le acompaña. No se dice, pero se intuye. Como el valle, como la flor, su recuerdo sigue latiendo, atrapado en el agua y en la memoria de León.

Juntas, Mónica Rodríguez y Rocío Araya han construido un álbum de una sensibilidad extraordinaria, donde texto e imagen se entrelazan con absoluta armonía, creando un libro que se percibe como un todo, en el que cada pincelada y cada palabra suman a la experiencia de lectura.

 

Un relato de resistencia

Bajo el asfalto, la flor constituye una resistencia silenciosa que nos recuerda que la memoria del paisaje no se borra del todo. Los lugares tienen historia y, si escuchamos con atención, aún podemos encontrar vestigios de lo que una vez fue.

Un álbum ilustrado para leer con calma, para dejarse llevar por su lirismo y para preguntarnos qué queda bajo nuestros pasos cuando caminamos sobre la ciudad.

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